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Argentina se asoma al fin de una era política. La confirmación de la condena por administración fraudulenta contra Cristina Kirchner, que debe cumplir seis años ... de prisión y queda inhabilitada de por vida para ocupar cargos públicos, cierra una época en el peronismo, marcado en las últimas dos décadas por la figura de esta abogada de La Plata tan venerada por sus afines como odiada por sus detractores. Ella lo ha sido todo en el movimiento que nació con el fallecido Juan Domingo Perón –la única persona que ha liderado la corriente más tiempo que ella– y también en las instituciones del país, donde ha ejercido como senadora, diputada, presidenta y vicepresidenta. Y aunque CFK, como se la conoce por sus iniciales, no se da por muerta –«nos quedamos acá», dijo–, su obligada sucesión se prevé difícil. Traumática incluso.
Kirchner tenía intención de continuar con su carrera política hasta el pasado martes, cuando la Justicia rechazó su último recurso posible contra la sentencia de 2022 por el 'caso Vialidad', que investigó la adjudicación de contratos millonarios de medio centenar de obras públicas a un socio y presunto testaferro durante su mandato. A sus 72 años había anunciado su candidatura a diputada para las elecciones de la provincia de Buenos Aires que se celebrarán el próximo 7 de septiembre. Una victoria en las urnas le habría otorgado fueros y, con ellos, inmunidad. Pero se ha quedado sin nada, aunque el fallo del Tribunal Supremo pueda elevarla a una especie de mártir. Ella misma se encargó de retratarse como una víctima tras la ratificación de su condena, con miles de simpatizantes frente a la sede de su formación, el opositor Partido Justicialista, para protestar por la resolución. Acusó a la Justicia de imponer un «cepo al voto popular» y a los magistrados –cuya decisión fue unánime– de ser unos «monigotes». «Estar presa es un certificado de dignidad», remató.
Los principales diarios del país latinoamericano dan estos días la espalda a las teorías conspirativas de CFK. «Fallo histórico», escribe 'Clarín'. «Es Justicia, no un acto de persecución», titula 'La Nación'. Pero la primera mujer en ocupar la presidencia de Argentina –electa en 2007 tras fallecer su marido, el expresidente Néstor Kirchner, y de nuevo en 2015– puede sacar rédito de ese victimismo en un momento delicado para su partido, reinventado en torno a su figura y en declive a nivel nacional. El actual mandatario, el ultraliberal Javier Milei, podría beneficiarse asimismo de la condena pues se propuso «acabar con el kirchnerismo» y es una de las contadas promesas que por ahora ha cumplido. «Justicia. Fin», lanzó en X tras publicarse la sentencia.
Justicia.
— Javier Milei (@JMilei) June 10, 2025
Fin.
PD: la República funciona y todos los periodi$ta$ corrupto$, cómplices de político$ mentiro$o$, han quedado expuesto en sus opereta$ sobre el supuesto pacto de impunidad.
La Cristina de 2025, sin embargo, no es la de 2019, cuando llegó a la vicepresidencia, su último cargo público, aunque todavía tiene relevancia. Encarcelada –ya ha pedido cumplir la pena en arresto domiciliario por su edad– se espera que mande en la sombra. La duda es quién estará dispuesto a asumir el liderazgo peronista a sabiendas de que CFK sigue detrás. En el movimiento –al que pertenece Máximo, uno de los dos hijos de los Kirchner– no hay una alternativa clara a ella, que logró incluso sobrevivir a un intento de asesinato hace tres años, justo después de que la Fiscalía solicitara su condena. Un hombre le disparó dos veces a la cabeza. El arma se encasquilló. «Soy una fusilada que vive», ironizó en un reciente acto.
El peronismo teme hoy salir herido de esta renovación. Las sucesiones en sus filas suelen ser caóticas y desde la muerte de Perón cada nuevo jefe del movimiento debe asegurarse de que su predecesor está muerto políticamente. Le pasó a Eduardo Duhalde al relevar a Carlos Menem –hasta ahora el único mandatario argentino condenado en democracia– y a los propios Kirchner al tratar de abrirse paso tras Duhalde.
Dos nombres suenan con más fuerza para encabezar la regeneración. Uno es Sergio Massa, exministro de Economía y rival de Milei en los comicios que ganó el populista, quien en las últimas semanas ha abandonado su bajo perfil para dar su apoyo público a la antigua presidenta. El otro es Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires por segundo y último mandato, que lleva meses distanciado de su 'jefa'. El martes dijo que no acudiría a la sede del PJ a arroparla mientras esperaba el fallo del Supremo porque tenía «otras cosas que hacer». Al final apareció. Kirchner está inhabilitada, sí, pero aún no ha dicho su última palabra, y los peronistas lo saben.
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