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La bomba de relojería del 'caso Koldo' estalló finalmente este jueves y ha dejado tras de sí a un PSOE devastado ante la evidencia ... de que también su último secretario de Organización, Santos Cerdán, formó parte de los tejemanejes de la trama corrupta protagonizada por el exministro de Transportes José Luis Ábalos, su predecesor en el cargo. El contundente informe de la UCO incluido en el último auto del juez Leopoldo Puente, y cuya mera existencia fue puesta en cuarentena por el partido, deja tan poco lugar a dudas que el propio Pedro Sánchez decidió exigirle la dimisión y la entrega de su acta de diputado en un cara a cara en el Palacio de la Moncloa. Pero, de momento, ahí queda todo. El jefe del Ejecutivo no contempla convocar elecciones hasta 2027, cuando toca, ni tampoco someterse a una cuestión de confianza.
Después de más de cuarenta días en silencio –en medio de un tormenta perfecta que ha incluido la decisión de la jueza Beatriz Biedma de enviar a juicio a su hermano, David Sánchez; el escándalo de Leire Díez, la militante socialista que trató de recabar trapos sucios de la UCO, jueces y fiscales relacionados con los casos que afectan al PSOE; o el procesamiento del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz–, el presidente del Gobierno compareció cariacontecido este jueves por la tarde en la sede de su formación, en la madrileña calle Ferraz, y pidió ocho veces perdón. «Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán», dijo.
Si el clima en el Congreso era ya irrespirable, la caída de Cerdán lleva la legislatura a un grado de tensión extremo. Otra vez manifestaciones a las puertas de Ferraz. Este jueves, mientras aún sentado en el escaño el número tres de los socialistas leía en su móvil el informe en el que se detallan los indicios de que amañó obras públicas a cambio de mordidas y el ministro Félix Bolaños trataba de defender su proyecto de reforma de la Justicia, los gritos de «dimisión» de la oposición lo eclipsaron todo. Y aún así Bolaños todavía tuvo tiempo de congratularse de que su iniciativa lograra el apoyo de sus socios habituales. Las contradicciones de un mandato convulso.
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La intención del presidente del Gobierno es ahora sortear esta fenomenal crisis que ha sumido a su formación en un profundo 'shock' con tan solo dos medidas de carácter partidario: una remodelación de la ejecutiva nombrada hace tan apenas siete meses en el congreso federal de Sevilla y una auditoría externa sobre la formación para tratar de disipar las dudas acerca de una posible financiación ilegal, pese a que, adujo, todos los informes del Tribunal de Cuentas han sido hasta ahora favorables. El cambio de caras en el PSOE tendrá lugar el próximo 5 de julio, en el comité federal previsto también en la capital andaluza. Pero Sánchez no anticipó aún cómo será de amplia.
En Moncloa están convencidos de que los socios que apoyaron la investidura y han sostenido a Sánchez hasta ahora –los mismos que hace siete años auparon por primera vez a la Moncloa con una moción de censura planteada como medida necesaria para regenerar la vida pública tras la condena por el 'caso Gürtel' que maniató al PP– permanecerán a su lado aunque deban gesticular. En el partido, sin embargo, hay quien expresa sus dudas de que baste con lo anunciado por el presidente en una rueda de prensa de 24 minutos, antes comparecer junto al Rey en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la adhesión de España a la Comunidad Europea.
Ya hacía semanas que algunos cuadros del PSOE hablaban de sensación de fin de ciclo que solo podría ser resuelta con cambios drásticos como una crisis de Gobierno. Pero Sánchez replicó este jueves que esto en nada salpica al Ejecutivo y alegó que lo que está en juego es un proyecto que trasciende a su persona e incluso las siglas de su formación. España necesita «estabilidad», no elecciones, zanjó. La tesis del combate contra la ultraderecha. «Esto va de un proyecto político que está haciendo cosas buenas», dijo.
El hecho de que los dos hombres a los que, desde que recuperó el poder en el PSOE, en 2017, encomendó el manejo del partido hayan resultado, a expensas de los tribunales, en un ejemplo de todo lo que se suponía que venían a enterrar no cambia, a su juicio, nada. «Aunque la decepción es grande la respuesta será siempre contundente», esgrimió.
Lo cierto es que el sentimiento en las filas socialistas y en el propio Ejecutivo es de auténtica desolación, reflejada en las lágrimas de la presidenta navarra, María Chivite. «Es como descubrir de repente que tu pareja tiene una doble vida y otra familia en el extranjero», apuntaban ayer en el entorno del presidente. «No damos crédito», se lamentaba un ministro. Las expresiones de desconcierto corrían de boca en boca. «Me siento violado», aseguraba incluso un miembro de la dirección, apenas unas horas después de que el magistrado ofreciera a Cerdán declarar voluntariamente por unos indicios que el propio Sanchez tildó de «muy graves».
Algunos temen que las revelaciones sobre la verdadera faz del su secretario de Organización suponga un golpe a la credibilidad del relato victimista puesto en marcha tras la apertura de diligencias contra la mujer del presidente, Begoña Gómez, hace 14 meses. Sánchez, sin embargo, insistió ayer en denunciar un «asedio» de la derecha con «bulos» y desinformación. El mismo asedio que denunciaba Cerdán.
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